domingo, 29 de agosto de 2010

Ávila le necesita

Domingo 27 Julio, 2008

http://entreansyoverijse.wordpress.com/2008/07/27/avila-le-necesita/

La sierra de Ávila ha sido una cantera inagotable de grandes ciclistas. Desde siempre. Bueno, desde que Julio Jiménez enganchara a sus paisanos en los años sesenta. Con su retirada se inició un paréntesis, hasta que Ángel Arroyo tomó el relevo veinte años más tarde. Con él se desató la locura en la comarca del Valle del Alberche, momento en el que Víctor Sastre decidió crear una escuela de ciclismo, en El Barraco. Poco a poco las bicicletas comenzaban a tomar el relevo de los ”camellos” en esta pequeña población, un hecho que ahora, veinte años más tarde, ha dejado su huella. En los noventa llegó José María Jiménez, ‘el Chava’, el primer gran producto de la Fundación Víctor Sastre, el despegue definitivo. No tardaron Paco Mancebo, David Navas y Pablo Lastras en conseguir llegar a profesionales. Tampoco Carlos Sastre, cuyas maneras en Banesto amateur hacían presagiar el nacimiento de un campeón aunque quizás levemente cuestionado en sus inicios por su parentesco con el Chava. Una década después la gran joya de la factoría abulense cuenta con un Tour de Francia en el bolsillo, casi nada. Una factoría que ve como su futuro se complica, como cada vez hay menos chavales compitiendo y como el ciclismo en Castilla y Léon sigue sumergido en una grave crisis en categorías inferiores.

Ahora mismo ser ciclista en Ávila puede convertirse en toda una aventura. En juveniles sigue habiendo dos equipos, el de la Fundación Víctor Sastre, el Caja Duero-UCAV, probablemente el segundo mejor de toda Castilla y León, y el modestísimo Arco Estudio de Cocinas-Ariston. Ambos reducen sus calendario a pruebas de la zona y cuantan con un número limitado de corredores. Pero si ya llegar a juveniles es algo dificultoso, el paso a sub23 es directamente algo imposible. El Diputación de Ávila, la formación que ha servido de vivero a la mayoría de chavales en los últimos años, esta temporada se ha convertido en un equipo fantasma. Son siete u ocho componentes pero no se ha visto el maillot azulón en toda la temporada. Pero es que la situación en el resto de la comunidad es igual de alarmante, el Diputación de León pasa olímpicamente de la cantera, el Viña Magna es literalmente una banda en la que se hace imposible progresar y el Julymar es casi mas un equipo cicloturista. Lo normal es que tras un par de años la mayoría de los ciclistas abulenses cuelguen la bicicleta. Para siempre.

Aún así todavía hay motivos para la esperanza, para que una vez se retiren los ahora profesionales siga saliendo Ávila en el mapa ciclista. Las grandes promesas de la zona son dos ahora mismo: Rubén García y Noel Martín. Rubén García consiguió hacerse un hueco en la escuadra amateur de Saunier Duval (ahora Bicicletas Scott) tras una fantástica Vuelta a Ávila con el Diputación en 2007. No es tampoco una gran estrella pero sus dotes de gran escalador, del estilo Sastre o en su día ‘el Chava’ a un segundo nivel, puede hacerle tener alguna opción de llegar a ser ciclista profesional. Por su parte Martín defiende los colores del Naturgas Energía. Sí, el equipo amateur de la Fundación Euskadi. A Miguel Madariaga le hablaron hace un año de un chaval abulense que corría en un equipo muy limitado, que impresionaba por su planta y por sus condiciones exageradas para rodar por el plano. Unas cualidades desaprovechadas. El mandamás de Euskaltel se decidió a ficharle y ahora corre con licencia alavesa; resumiendo, nacionalizado, la nueva moda en Euskadi. En su primer año como sub23 ha conseguido dos victorias y varios puestos de honor y ya es toda una promesa del ciclismo vasco. El milagro abulense.

La victoria de Carlos Sastre en el Tour de Francia debe servir para algo más que por orgullecernos por el deporte que tenemos. Para algo más que hacerse la foto con el campeón y al rato mirar para otro lado. Si por algo se alegrarán los jóvenes ciclistas de Ávila es que existe una pequeña esperanza para ellos, para no tener que depender de los milagros que ocurren de vez en cuando: que consigan seguir andando en bicicleta una vez dejada la categoría juvenil. Esa esperanza tiene nombre y apellidos. Y Ávila le necesita.

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